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martes, 30 de agosto de 2011

Feria


Se sentaron en el bordillo de la acera. Contemplaban las luces de la feria, y a sus amigos medios borrachos bailando sevillanas. Hacía menos de 3 horas que se conocían, pero ella sentía algo en las tripas cada vez que lo veía.
Ella palpaba su olor. Se le metía hasta lo más profundo de su nariz. Se sentía dudosa, pues, jamás se hubiera imaginado que él se sentaría tan cerca.
-Muy borracho tengo que estar para haberme acercado tanto a ti. - Le miró el vaso de medio litro que llevaba entre sus manos. Apenas lo había tocado.
-Pues debías venir borracho de casa entonces. -El sonrió. -¡Venga ya! !No te caigo tan mal¡ ¡Reconócelo!- Y por fin, después de los escasos minutos que llevaban juntos, la miró.
-Bueno. Me caes a ratos. Luego, me vuelve la cordura.
-Tenías razón. Mientes muy bien. -No pudo contener una sonrisa.
-Es que, sí te digo que me caes bien se te sube a la cabeza. -No pudo evitar su color rosado en las mejillas, así que, con una sonrisa de quinceañera enamorada, agachó la cabeza, y él, aprovechó para darle un beso en la mejilla, acompañado de la iluminación de las luces de colores y la luna.

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