Las estrellas bañaban de brillo la cara de ella, mientras observaba las plantas que florecían en el jardín.
Apoyada en la baranda de la terraza, esperó a que él se acercase con una copa de vino en la mano.
- ¿Qué signo eres? - Le preguntó.
- ¿Signo?
- Del zodiaco.
- Nací el dieciséis de Enero.
- Eres tierra entonces.
- Capricornio.
- Capricornius. A las nueve y dos, el siete de Agosto.
¿Cómo?
Le señaló el cielo.
- Tu estrella. Que se ve mejor a las nueve y dos, el siete de Agosto.
La constelación era conocida por lo sumerios y los babilonios y se representaba como un anfibio con pata de cabra y cola de pez. Los sumerios la llamaban la cabra-pez. Los griegos la vinculaban al dios pan, que era hijo de Cronos y de la cabra Almantea, que fue quien alimentó a Zeus. Según una de las tantas leyenda, en la huida del gigante Tifón, Pan, se lanzó al mar y al estar sumergido en el agua, su cuerpo se quedó mitad cabra, mitad pez. Pan poseía una gran potencia sexual y perseguía tanto a hombre como mujeres. Era tan fogoso, que inspiraba miedo. De ahí viene la palabra pánico. De Pan.
- ¿Potencia sexual? - dijo, arrugando la nariz.
- ¿Sólo has escuchado eso?
- No. He escuchado toda la historia. - Se acercó a la cara de ella y metió su nariz entre su pelo-. ¿Y la tuya?
- Hay dos versiones. Orión se sacó los ojos por celos y, mientras caminaba, pisó a un escorpión, matándose él, y el escorpión. Los Dioses elevaron al escorpión y a Orión al cielo, poniéndoles a cada uno, en una bóveda celeste diferente, para así, cuando el escorpión se mostrase en las estrellas, Orión podría esconderse y evitar que el escorpión volviera a picarle.
- ¿Y la otra?
- Que intentó violar a Artemisa y, como castigo, Artemisa le envió al escorpión para que le picase. Por agradecimiento, Artemisa envió a los dos al cielo.
- La cuestión era enviar a todo el mundo al cielo. - Exclamó, molesto.
- No a todos. Zeus convirtió a Aura en fuente.
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