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martes, 15 de diciembre de 2015

De cuando leí propaganda política y enmudecí.

Mi abuela decía que nadie se lee este tipo de cartas.

Y tenía razón la mujer, porque estas cartas suelen ser un aburrimiento, con palabras vacías escritas por políticos que parece que se acuerdan de uno solamente cuando llegan las elecciones para decirte que tal día de tal mes votar a su partido es trascendental para el país.

Mi abuela decía que nadie debió de leerse la carta de Aznar la dos veces que la mandó a casa, ni la de Zapatero antes de su segunda legislatura, ni tampoco la de Rajoy cuando ganó hace unos años prometiendo que bajaría los impuestos y que no recortaría en sanidad, educación y pensiones.

Mi abuela también decía que, visto lo visto, tal vez sería bueno leernos detenidamente este tipo de cartas aunque sean aburridas. Ella decía que habría que leerlas, releerlas y leerlas entre líneas, porque así sabríamos de antemano lo que los presidentes van a hacer o, al menos, lo que finalmente no van a hacer. Y, de ese modo, la próxima vez que recibiéramos una carta de ellos nos la tomaríamos de otra forma.

Por lo pronto esta carta, mi primera carta en la que te pido poder trabajar de presidente por ti, tiene algo distinto. Te voy a pedir tu voto, sí, pero antes te voy a pedir un favor (aunque pueda resultar aburrido): que te leas los programas de todos los partidos políticos que se presentan a estas elecciones generales, y que, a veces, parecen lo mismo pero no son lo mismo.

No es lo misma la dación en pago retroactiva que decir "hablaremos con los bancos sobre la dación de pago".

No es lo mismo derogar las últimas reformas laborales que permitieron los contratos basura que afirmar "vamos a retocar algunos artículos de la reforma laboral".

No es lo mismo dar rebajas fiscales a las pequeñas empresas que dárselas a los del IBEX 35.

No es lo mismo garantizar en la Constitución la sanidad pública y una justicia independiente que decir eso de "hay que reformar la Constitución".

No es lo mismo limitarte el suelo a tres salarios mínimos interprofesionales, como hacemos nosotros, que manifestar que "hay que racionalizar el salario de los políticos", sobre todo porque para algunos racionalizarse el salario significa subírselo.

No es lo mismo prohibir en la Constitución las "puerta giratorias" que afirmar  que no es lo ideal y dejar que de tu partido salga cada día un nuevo consejero delegado.

No es lo mismo defender la unidad de nuestro país desde su diversidad que desde el miedo y el enfrentamiento absurdo.

Y, sobre todo, como ya sabemos, no es lo mismo tener el coraje para cambiar las cosas que hacer promesas en campaña. no es lo mismo ser de verdad que parecerlo.

Así que al final casi que no te voy a pedir el voto, porque estoy convencido de que si te tomas el trabajo (y sé que es mucho pedir) de leer las propuestas, los programas y hasta este tipo de cartas de todos los candidatos, seguramente termines votando a Podemos.

Si no es así, no importa; porque si todavía sigues leyendo esto, al menos le habrías dado una alegría a mi abuela, que en paz descanse. Eso para mí ya es mucho.

Gracias.

Pablo Iglesias.
Carta postal de Podemos, para las elecciones del 20D

Vota, pero vota con cabeza, por favor, vota, por tus futuros hijos, por los que ya tienes, por tus nietos, por las generaciones que vendrá, por la lucha de clase, por la igualdad, por evitar los fondos buitres, las colocaciones de los políticos en empresas con sueldos millonarios, por las palizas, los niños que pasan hambre, la gente que vive en la calle, pero, sobre todo, por la libertad.





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