Este es el bolso. No me costó nada porque me vino hace años con una revista, como es de una revista, se está despellejando por dentro, pero aguanta todo el peso que le eche, así que, perfecto. Aunque no se vea, está sucio, pintado de azul y con manchas blancas del cloro de la piscina nocturna a la que íbamos en verano.
Dentro del monedero. Monedas, y eso quiere decir que hace poco que compré tabaco porque nunca llevo dinero encima y si llevo monedas, son las vueltas del tabaco. Dos fotos tamaño carnet, porque sí. El bonobús. La tarjeta de la seguridad social, porque nunca sé dónde voy a necesitar las pastillas de la alergia. El DNI, que no he censurado la foto porque salgo muy mona. El ticket de haber renovado el bonobús que no lo tiro, hasta saber verdaderamente que funciona la tarjeta.
Dentro del bolsito. Pastillas de la alergia. Una pastilla de la alergia, coja, porque el miércoles no me tomé la pastilla de noche. La pastilla para cuando tengo Faringitis. Un pastillero, con cuatro cápsulas para el mareo. Las tiritas estas de los anuncios que no sé cómo se llama. Un espejo, eso marrón, dentro tiene un espejo. Ibuprofeno de Cuenca, de verdad, porque me lo dio Ana, que es de Cuenca, en Granada, y lo tengo ahí porque se me ha acabado las pastillas de la migraña y hasta el martes no tengo la cita con el médico, por lo que tengo Ibuprofeno. Un bolígrafo de color verde de tinta azul. Una pinza. Tiritas, todas las que tenía en el cuarto, porque las compartí con mi tía así que me quedé con esas y las eché ahí. Un kit de costura. Un mechero verde. Un mechero blanco. Una gomilla verde. Un paquete de cartón con pañuelos, que me dieron hace años en un hotel.
Y ya está.
Adiós.
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