Hoy todavía es miércoles, y hace unas horas martes, un
día importante para este hogar en la que escribo, porque ayer revivió su
aniversario: feliz cumpleblog, Bi Bad Girl, un beso muy fuerte desde tus siete
años y un día.
[Si lo hubiese escrito el año pasado, hubiese sido seis
años y un día, como la canción de Pimpinela.]
Creo que siempre recuerdo que el doce de julio es
importante, y siempre me quedo pensando qué hacer, para no volver a poner la
típica foto de las velas y la tarta con el texto ¡Feliz Cumpleblog! Como se apreciará, hacer algo en sí no he
hecho nada, pero recalentar el celebro, bastante. Acabé barajando ciertas posibilidades que no
daría sus frutos.
*
Un concurso -> Lo ganaría Efe.
*
Una canción -> No tengo ni siquiera micrófono
para gravar mi voz, y tampoco cámara para hacer esta cosa tan maravillosa.
*
Un pastel –> Soy más de salado, y con el
trabajo, no me da tiempo a preparar uno.
*
Algo emotivo -> Como no ponga la imagen de
una cebolla.
Leyendo esto, la conclusión era fácil: Este cumpleblog,
pedía un escrito, porque nunca le he dedicado un texto al blog. Uno especial,
claro, y no sé si este texto está quedando más bonito, o más especial que otro.
O si se quedará como un jeroglífico egipcio en el que se intenta comprender lo
que se pone mirando los dibujos, pero es imposible entender nada, pero tengo
ganas de escribir letras y letras en el tercer ropero que tengo en casa. A
saber, un gorro de lana que se me sube porque tengo el pelo rizado, unos
leotardos de mi madre que calientan mucho, pero que eso en Sevilla da mucho
calor haga la temperatura que haga, unas botas con dos cremalleras que todo el
mundo cree que está la bajada, pero que en realidad es decorativa,
un discreto vestido verde oscuro, y una chaqueta negra despeluchada. Una
metáfora que no viene a cuento, pero que yo quería contar.
En fin, como diría Efe, yo sonrío, enseñando los dientes,
porque no sé sonreír de otra forma, frunciendo los labios que me pinté antes de
escribir, porque tengo la manía de pintarme los labios cuando me pongo en serio
a escribir. Pero prosigo.
En estos siete años y un día han ocurrido muchísimas
cosas y yo, que soy la cara B que no se ve en el blog, también me he ganado mi
ración de todo, incluso un par de canas blancas como la nieve (una de ellas
siempre me sale en el nacimiento de la frente)
Me siento más mayor, pero a la vez joven, igual de torpe
e irresponsable, o eso dicen, pero tal vez más calmada, porque no me veo tan
nerviosa como antes, será el azúcar, que como me tomo las cosas amargas,
consumo poco, habitualmente desacertada, siempre gata, ¡GATO! Ahora más
cariñosa (porque estoy aprendiendo a ser menos arisca, yo es que nací siendo un
gato, pero evolucioné a humano), y sin dudar, todavía compañera inagotable de
lo ético, porque no soy tan rebelde ni revolucionaria como dicen, y los buenos
humanos, aunque sigo pecando de mala leche, pero eso ya es personal.
He viajado a sitios, he pisado adoquines que nunca creí
llegar a pisar, estrechado manos en lugar de dar dos besos, resistirme a algo
que quería hacer, zapateando en el aire cuando me sentaba mirando al suelo,
respirado costas y levante, mucho levante, y vivido de prestados en cada rincón
de los lugares a los que iba. Desde luego, si lo sumo todo, son kilómetros de
vida, muchos kilómetros andados, y haberlos recorrido significa una lección:
Esto es lo que quiero ser.
Sin prisa y sin pausa, a veces a trompicones, porque soy
especialista en atascarme en los lugares más fáciles, aunque a veces me he
preguntado si todo lo recorrido mereció la pena, y asentí, porque creo que he
vivido mi propio Matrix (que por cierto tengo que verla, sé de qué va, pero no
la he visto.) He dado rienda suelta a lo que soy más en Twitter que en este blog, pero siempre he dejado lo más
profundo aquí, mis ojos han hecho chiribitas ante buenos gestos, aunque he
pasado más con pena que con gloria, pero como todos los blogs, porque ahora se
llevan los vídeos, pero ellos no conocen la satisfacción que resulta escribir.
He trazado una línea fina pero segura (como las compresas) para cerciorarme de
que quien me acompaña lo hace a gusto, y sobre todo, de que lo que hago, es lo
que quiero hacer. Cullons, cómo estoy hoy, yo quería escribir algo bonito y
pedir la paz en el mundo. Después de alejarme de la esfera en la que di vueltas
y vueltas una vez, las cosas se ven desde ángulos más ricos (como las
palomitas, que están muy ricas;) Tengo fe en las musas que te tocan la cabeza de
repente y en la R de Revolución.
Paro.
Aconsejan detenerse cuando uno gira sobre sí mismo, de
manera que daré la orden de no teclear más. Quiero que las palabras de antes
del punto y final sean amables, y que el texto sea despedido dejando un buen
sabor de boca, y puede que yo no fuese así, pero por muy tonta e inoportuna que
haya mostrado ser alguna vez, tres detalles han de permanecer: creo en la bondad
y el mutuo respeto, aquí me exhibo para quien me quiera y tengo espacio para
los enemigos.
Y ya está. Gracias a todos aquellos que hacéis clic en mi
enlace de Twitter, porque sé que casi todos venís de allí, gracias a los que os
animáis a silbar por todos los lados donde se encuentra el blog, y gracias
también a quienes no juzgáis sobre vacío. Podría aprender un par de cosas de
todo eso… No obstante, mejor mañana, porque he llegado de trabajar a las once,
me ha dado la migraña, llevo con brotes de alergia desde por la mañana y estoy
cansada. Ay.
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