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domingo, 7 de noviembre de 2010

Cuando no tengo muchas ganas de salir a comer a ningún sitio, pido ir a un restaurante.
Me pongo el vestido de terciopelo con las mayas de cuero, me recojo el pelo en un moño quedando un tirabuzón fuera, y me calzo mis tacones. Antes de salir, le pido a mi tía que me traiga el bolso negro de fiesta.
Me encanta entrar al restaurante haciendo sonar los tacones.
Me encanta ver el contraste del mantel blanco con el rojo a juego con las servilletas.
Me encanta sentarme, mirar la carta, y ver los nombres tan extravagantes de las comidas.
Me encanta pedir un plato caro decorado con precisión acompañado con un vino.
Me encanta pedir la cuenta y ver el precio tan caro que sale por apenas haber comido nada.
Me encanta beberme un cappuccino al terminar de comer y acompañarlo con un licor


Pd: Soy muy feliz con mi taza del Starbucks

1 comentario:

†. Drogas de diseño dijo...

a mi me encanta leerlo.
Te ha quedado muy propia la entrada.

<3
gracias por tu alegria al ver que he vuelto a publicar, todo un honor.