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sábado, 13 de abril de 2013

Un niño está escuchando.



La homosexualidad es un pecado. Los homosexuales están condenados a estar en el infierno para la eternidad. Si quisieran cambiar, podrían ser sanados de su maldad. Si se alejan de la tentación, podrían ser normales otra vez si tan sólo lo intentaran e intentarlo más, si es que no funciona.
Estas son todas las cosas que le dije a mi hijo Bobby cuando descubrí que era gay. Cuando me dijo que era homosexual, mi mundo se vino abajo. Hice todo lo que pude para curarlo de su enfermedad.
Ocho meses atrás, mi hijo saltó de un puente y se suicidó. Lamento profundamente mi desconocimiento sobre gays y lesbianas. Veo que todo lo que me enseñaron y me dijeron fue producto del fanatismo y deshumanización. Si hubiese investigado más allá de lo que me dijeron, si tan solo hubiese escuchado a mi hijo cuando me abrió su corazón, hoy no estaría aquí con ustedes llena de culpa. Creo que dios estaba complacido con la amabilidad y el espíritu amoroso de Bobby. A los ojos de dios, la amabilidad y el amor es todo lo que importa.
No sabía que cada vez que repetía la condena eterna para los gays, cada vez que me refería a Bobby como enfermo y pervertido y un peligro para nuestros hijos, su autoestima y sentido de valor estaban siendo destruidos. Y finalmente su espíritu se quebró irremediablemente.
No era la voluntad de dios que Bobby se subiera a un puente de la autopista y se lanzara directamente en el camino de un camión de 18 ruedas que lo mató al instante. La muerte de Bobby fue el resultado directo de la ignorancia de sus padres y del miedo a la palabra gay.
Él quería ser escritor. Sus esperanzas y sueños no le debieron ser arrebatados, pero lo fueron.
Hay niños, como Bobby, sentados en sus congregaciones. Sin que ustedes lo sepan, los van a estar escuchando mientras repiten “amén” y eso pronto hará callar sus oraciones. Le oran a dios por entendimiento y aceptación y por su amor, pero su odio y el miedo e ignorancia en cuanto a la palabra gay, silenciarán esas oraciones.
Así que, antes de que vuelvan a decir “amén” en sus casas y en sus iglesias, piensen. Piensen y recuerden que, un niño, está escuchando.
Prayers for Bobby, o cómo el odio religioso puede llevar al suicidio.
Todo el mundo, debería ver esta película.

1 comentario:

Furia Tarsartir dijo...

Que fuerte todo... En fin hay demasiadas cosas en este mundo que aun no están bien... Pero en nuestras manos esta que el futuro no sea igual o peor que ese pasado.

Besitos!!

Xaoo!!