Redes sociales







lunes, 16 de diciembre de 2013

Llorar o no llorar, ¡He ahí la cuestión!

El siete de junio del 2000 mi madre murió, cuando yo tenía siete años y ella treinta.
El 29 de Marzo del 2011, mi abuelo murió, cuando yo tenía diecinueve años y el setenta y siete.
El 25 de Abril del 2006, mi bisabuela murió, cuando yo tenía catorce años y ella, ochenta y nueve.
Mi padre biológico nació en Granada, pero se crió en Sevilla, me dejó sola, pero no murió.
Yo lloré, mucho, desde que se fue. Lo sigo recordando, y lo sigo extrañando y, a veces, se me escapa una lágrima al recordarlo.
Cuando cumplí viente años, mi tía repartió entre todas las personas que habían ido a mi cumpleaños, un trozo de papel en el que estaba escrito la letra del cumpleaños feliz en inglés.
Al terminar de soplar las velas, una lágrima cayó de mi ojo al ver cómo se limpiaba mi tía otra lágrima al saber que a la niña le había gustado la sorpresa.
He llorado al recibir sorpresas, regalos echos a mano, al haber escuchado historias maravillosas, o ver una película triste. Al leer un libro, o escuchar un CD. Al pintar a veces.
Nunca he llorado cuando alguien ha muerto.
Cuando yo era chica, y la gente curiosa me preguntaba cómo era vivir sin madre, mientras ponían cara de compasión y pena, yo les contestaba que vivía igual que siempre, sólo que en casa pasamos de ser seis, a ser cinco. Pero ellos no se conformaban nunca con eso, y me preguntaban cuántas veces lloraba al recordarla, yo les decía que nunca había llorado, ellos, me respondían que era muy chica, que ya lloraría.
Cuando mi padre no biológico, mi abuelo, murió, yo no lloré. Mis tíos sí, mi abuela también, los amigos, los familiares lejanos, algún que otro vecino. Mi tía se llevó tres días llorando sin parar. Yo no lloré, nunca lo hice.
Hay una profunda sensación de malestar cuando alguien ve a otra persona llorar porque, aunque no es capaz de llorar, siente reparo al no hacerlo, por respeto a estos, ya que creen que es la obligación hacerlo.
Leonor Watling dijo una vez que las cosas pequeñas eran las que le hundía. Cuando murió su padre no consiguió llorar ni una sola vez. Y, aunque parezca de locos, yo he escuchado decir a gente que, si cuando ellos murieran, nadie lloraría, se sentiría fatal, porque, se creen que llorar cuando alguien muere, es lo que debemos hacer.
Soy muy llorica, lloro por todo. Me doy un golpe en la rodilla, y lloro, como los niños chicos.
Cuando estoy a punto de tener el periodo, soy de lágrima fácil.
Y cuando veo una película en la que alguien hace algo bueno por otra persona, lloro mientras sonrío.
Llorar no es malo, pero, llorar por obligación sí que lo es.
Sí ahora, día 16 de diciembre de 2013, a la 1 y 27 de la madrugada, con 21 años que tengo, me preguntasen si alguna vez he llorado por la muerte de mi abuelo, contestaría que no, al igual que con la muerte de mi madre, o de mi bisabuela.
A lo que yo me pregunto, no llorar cuando alguien muere, ¿es malo?

Posdata: Cuando estaba cogiendo el sueño, me he levantado corriendo para escribir esto en el portátil.
La inspiración llega cuando llega.
Posdata dos: Espero opiniones en los comentarios, gracias.

1 comentario:

Furia Tarsartir dijo...

Yo creo que llorar sirve para desahogarse o expresar tristeza o alegría. Pero muchas personas lo expresan de otras maneras.

Algunas prefieren simplemente sonreír o poner mala cara, o desahogarse comiendo o escribiendo en un bloc.

Hay muchas maneras de expresar los sentimiento.

Si no lloras por la muerte de tu madre o de tu abuelo no es malo, lo único malo es que nunca les recuerdes, y eso lo haces siempre.