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viernes, 4 de abril de 2014

Los hospitales me ponen triste.

Me gusta escribir sentada sobre la cama, con el portátil apoyado sobre el cobertor, pero no me gustan los sábados, porque me ponen triste. Siempre me pongo triste los sábados por la noche, desde que era una adolescente. Se me hace raro no serlo todavía. Nunca te acostumbras a crecer, de hecho, todavía dudo en la edad que tengo. A veces tengo que recordar que nací en el noventa y dos para darme cuenta que tengo veintiuno y no veintidós o veintitrés.
Mañana tengo que ver al nene al hospital, y no me gustan los hospitales. Los hospitales me ponen triste.

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