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miércoles, 24 de febrero de 2016

Catalunya si que Spock

Hay una canción de desamor árabe que dice que alguien es tan frágil que se rompe como una flor en una maceta. Y creo, que es el mismo dolor que se siente cuando Shenkar te atraviesa con su violín. Intento correr, pero no acierto el camino. Pero espera, porque eso no termina ahí, porque al pasar sobre la cuerda del precipicio, que une un edificio con el otro, las piedras del bloque caen a mi alrededor, y hay que andar con mucho cuidado, porque todo puede morir algún día, lo que pasa es que tú no lo sabes, porque nunca has tenido esa sensación de saber si vas a morir, o si vas a vivir, o sí, sin más. Es que todo se rompe, y el camino sigue sin ser el correcto, porque aunque se busque no se encuentra, como una utopía, como la utopía de los Països Catalans, o la de ir a tu casa. No soy silenciosa, no puedo callarme, pero puedo hacerte callar, como cuando te toca la cabeza con la mano y pasa los dedos entre tu pelo. Hay un camino muy largo, son ochocientos kilómetros, pero no los aguantarías corriendo, porque tú eres más de usar las manos que los pies. Y es que llovió, y nadie pudo coger el autobús que acercaba tu hogar con el mío, pero podemos cambiar de método. Si te parece bien, porque aquí las cosas ya no funcionan, y yo voy a pedir asilo político, y pondré tu casa como residencia. Pero necesito tu última palabra, aunque siempre acabe haciendo lo que me de la gana, o eso dice mi abuela, pero tu lo entenderías, ¿verdad?





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