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jueves, 23 de febrero de 2017

Equivocarse es aprender

Equivocarse es aprender. Y muchos escritores y psicólogos dicen que si no te equivocas o que si crees que no te has equivocado es que no has aprendido, o peor, que no has vivido. Yo comencé a dibujar por Titanic, y tal vez por eso sea una de mis películas favoritas, una de mis pocas películas de amor favoritas. 
Cuando llegó a los videoclubs, una chica más mayor que yo con la que me crié trajo a casa la película en VHS para que la viésemos. En mi clase, las niñas hacían en el recreo escenas de la película, como en la escena del baile en la que daban vueltas agarrados de la mano, pero yo me la ponía una y otra vez, para intentar pillar los trazados del dibujo, aunque luego no te servían de nada si querías copiarlo así, porque en un documental sobre la película vi que el primer trazo en el folio lo da el actor, Leonardo Dicaprio, pero que el dibujo lo hizo el director, que es James Cameron, la cuestión es que, yo intenté aprender de esa forma, observando, porque mi abuelo siempre me decía que tenía que observar. 
Como ya conté en un post antiguo, Clemente fue quien me dijo que no dejara de pintar. Pero yo dejé de pintar, después de haber dado dos años seguidos de pintura después de clase, y también di dos años de informática, que a mi abuelo se le antojó porque decía que eso era el futuro. 
Cuando mi tía compró Alas de Mariposas, a los años me la regaló, Clemente había muerto, yo no quise volver a dibujar pero, al volver a ver la película, comprendí el por qué de la obsesión de Ami con las mariposas, y volví a dibujar. Esta vez me lo tomé en serio, quise aprender a dibujar rostros, manos, pies, que siempre me costaron mucho trabajo y a dominar mejor los colores. Di otros dos años de clase, comprendí mejor las dimensiones, a dividir el papel y sobre todo, la técnica a la hora de pintar.
Equivocarse es aprender, y hay que dibujar mucho para aprender. Yo no nací pintando, nadie nació pintando, tal vez se nos dé mejor o peor, pero hay que estar muchos años dibujando para no tener que utilizar una goma y hacer los trazos sin tener que borrar.
Yo sigo borrando, sigo mezclando colores que tengo que volver a mezclar porque no es color adecuado, y a veces necesito ayuda de otro dibujo o de mi propio cuerpo para dibujar lo que quiero.
Para mí es más importante escribir que pintar, a mí me llena más e incluso me emociona más, pero cuando termino un cuadro o un dibujo, hay algo que se me llena dentro que no lo consiguen los textos que escribo.
Lo mejor es observar, y empaparte de todo lo que tengas alrededor. Nunca un árbol va a ser solo un árbol, ni una flor será solo una flor, cuando tú dibujas algo, le puedes dar el contexto que quieras. Todos los dibujos no serán iguales, por mucho que se intente calcar, pero de algo puedes estar seguro. Que cuando lo ves terminado, te sientes la persona más orgullosa del mundo.
Para mí, mis cuadros tienen nombres, o van dedicados a alguien. Yo los miro, y siento que cobran vida, que están a mi lado y que existen. Si alguna vez venís a verme y me escucháis hablar sola es porque le estoy hablando a un cuadro, sobre todo a Malena, que la tengo más cerca.
 Mi primer cuadro, con nueve años. Con este dibujo, Clemente me dijo que tenía talento.
Beatriz. Acabé hartísima de azul, me costó muchísimo la mezcla de colores, porque era un cuadro que solo tenía cuatro colores, y según qué intensidad daba una cierta forma o sombra. Aquí comencé a dibujar manos. ¡Mirad qué manos! En lugar de dedos parecía que tenía tentáculos. Ricardo, que era mi profesor me enseñó a darle forma a las manos, cómo hacerlas, por donde empezar. Yo descubrí que se me daba mejor si empezaba desde abajo, ya ves tú.
La mano de abajo del todo, porque donde está la cintura hay una cosa azul que es una mano, nos llevó descubrir por dónde iba la mano, porque en el libro la mano no se ve tan bien pero como yo alargué el dibujo para quitarle azul al cuadro, tuve que dibujar una mano completa, y a raíz de la mano, me fui fijando en cómo hacer dibujos de partes humanas fijándome en mi cuerpo, en este caso mi mano, y la del profesor, porque la mano de abajo era de hombre, que es la mano de Coco, un personaje del libro.


 Y ya se me dan mejor las manos, sobre todos los dedos.


Y esta es Malena, que me costó solo dos días hacerla, y acabé muy contenta con el resultado porque me salieron muy bien las sombras. Y cuando hice la oreja con el pendiente entré en shock de lo bonita que la había dibujado. Fue también la primera vez que dibujé el pelo de esa manera, y acabé mezclando diferentes forma a la hora de dibujar.



¿Veis cómo no se ve una mano por donde termina la cintura? Pues la hay, así que imaginaos la que se lió en clase para ver cómo estaba la mano puesta. Todos los alumnos dando su explicación de cómo estaba la mano, hasta que descubrimos que venía de abajo, porque si no, no coincidía.


Para mi abuelo.

2 comentarios:

Furia Tarsartir dijo...

A mi me encantan tu faceta de escritora y me encantan tus cuadros!!! Así que dedicale tiempo a las dos cosas y ya está. Yo desde que veo la novela me están dando ganas de escribir más. .. no se... a ver si saco algo de inspiración.

Furia Tarsartir dijo...

A mi me encantan tu faceta de escritora y me encantan tus cuadros!!! Así que dedicale tiempo a las dos cosas y ya está. Yo desde que veo la novela me están dando ganas de escribir más. .. no se... a ver si saco algo de inspiración.