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lunes, 10 de junio de 2019

Fiction art



Nos hemos dado cuenta que ya no hablamos como antes, que estamos juntas por costumbre. Yo creé un mundo hace mucho y tú estás creando un nuevo mundo ahora, la diferencia más notoria es que en tu mundo yo ya estoy porque tengo que estar, como tienen que estar esos familiares que solo se ven en festividades grandes, o ese tío pesado que siempre viene de vacaciones, tú en mi mundo dejaste de estar hace muchos años, a veces me pregunto si alguna vez llegaste a estar. En él, estás porque tienes que estar, porque para mí sí que tienes que estar pero no de la forma en la que alguien tiene que estar, con ese amor, esa cercanía o esa confianza, si no que estás porque el egoísmo dice que tienes que estar, y estás, porque a mí me interesas que estés. Hace mucho que dejamos de ser amigas, pero no sé si avanzamos en la relación que teníamos o qué nos pasó. Convertimos lo nuestro en nuestra propia familia, y lo convertimos en una familia lo mismo que dura la comida en el estómago después de horas sin comer. Igual que creamos algo, lo rompimos, y nos dimos cuenta que así no podíamos seguir, pero continuamos, porque nos dimos cuenta que lo que quisiese que tuvimos, era más fuerte que el acero. Pero llegados a este punto, nos volvemos a hacer la misma pregunta, ¿hasta cuándo debemos estar? Y nos parece nefasto que tengamos que hacernos compañía cuando ni a ti ni a mí se nos ocurren situaciones en las que podamos convivir, porque necesitamos lo externo para darnos cuenta que sí que podemos estar, pero en realidad no. Nublamos nuestra visión para hacernos creer que de verdad nos necesitamos, pero nos hemos dado cuenta que somos completamente prescindibles, y cada paso que da una, cada vez más se aleja la otra. A veces pienso en quién de las dos será la primera en dar el paso, en que un día nos despertemos y nos miremos mientras una de las dos pronuncia esa frase tan temida de “tenemos que hablar”, y entonces nos diremos todas las cosas que nos tendríamos que haber dicho hace mucho, “yo te quise, pero ya no te quiero, porque las relaciones se desgastan o eso dicen, y esa chispa se murió hace mucho”, y entonces, la otra dirá, “nunca tuvimos esa chispa, porque fuimos las otras chicas, esas sobras de las que todo el mundo se deshace que no le quedan más remedio que acabar juntas porque la persona que verdaderamente nos gusta no nos quiere” Y entonces nos miraremos y nos reiremos, porque vimos que la mentira llegó muy lejos,  y que tantos años de sufrimiento terminaron en ciento veinte segundos, y nos daremos un abrazo, porque así hay que terminar las cosas. 

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