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miércoles, 20 de agosto de 2014

Una parte de mí.

A veces creo que podría haber hecho las cosas de otra forma. Tal vez si hubiera cambiado, si hubiera cambiado la rutina de la vida.
No me gusta la religión, no me gusta por todas las desgracias atrás. La gente mata, pega y viola a otros acusándose por la religión.
Ahora mismo llevo una loción que se llama como Triana, y he descubierto que prefiero las lociones antes que los perfumes.
Una vez estuve pegadita pegadita a un chico que me gustaba en el autobús. Notaba como me respiraba en la nuca y los pelos se me ponían de punta.
Mira, yo no sé lo que quieres de mí. Muchas veces sueño cosas que no me gustan y me despierto atormentada. Pero he descubierto una cosa, los traumas se pueden curar solos. Ya, mi madre no se aparece en mis sueños.
Me gusta comer galletas de fibra y no me gusta el colacao. Tengo un carácter de mierda, grito, chillo y me desespero si no me comprenden o me dicen que no. Necesito que me levanten de la cama, porque si no yo no lo hago. Lloro y río por todo, si me doy un golpe, hago las dos cosas a la vez. Me gusta salir, pero sin usar tacones, pero no me gustan las discotecas, ni la música que se lleva ahora, ni beber mucho.
En Marzo me van a comprar un coche de veinte mil euros, y no quiero que se monte nadie, que yo no quiera.
No me gusta no poder decir lo que pienso, ni trabarme cuando hablo, ni tampoco poder nunca decir todo lo que escribo porque, hablando, no me sale. Me gusta mucho leer, y tener libros de pintura. Quiero estudiar contabilidad y publicidad, y montar una empresa con mi amiga/hermana. En mi fondo de pantalla tengo a Risto y en el mural, dos frases de él. Tengo listas de muchas cosas, y no veo la tele. Me desespera. Cuando estoy en el salón la apago cuando mi abuela no está cerca. No me gusta que me griten, y soy de lágrima fácil cuando lo hacen. Las personas que me importan me hacen llorar si me levantan la voz. Tengo un montecarlo que funciona a trompicones, y echo de menos mi reproductor de música.
Me gusta que me regalen cosas, que me mimen. Y amo con toda mi alma las librerías y las papelerías. Tengo la habilidad de hacer que te escucho cuando en realidad me estoy imaginando algo, y puedo inventarme una historia y hacerte creer que es verdad. Miento constantemente, y soy capaz de recordar las cosas que te he contado para saber si me confundo a la hora de mentir o no. Me gusta el color rojo y negro para mostrar clase, y el nombre de Valeria y Camila. Me gusta jugar a los sims durante horas, y los juegos de mesa que son de preguntas. Tengo ropa vieja y rota, y nunca quiero ir a comprar ropa porque odio comprarla. 
A veces lloro porque me siento sola, y otras, porque no quiero que llegue el día en el que mi abuela se muera.
¿Sabes, papá? Sólo recuerdo de ti que me cogías y me elevabas cuando me veías. Pero ya no recuerdo nada más. Cada vez queda menos que guardar en la memoria. Hace mucho tiempo que no te veo. Desde que tenía trece años. Y ahora voy a cumplir veintidós.
No sé sí te acuerdas de mi cumpleaños. Es el once de noviembre. Apenas te veía ese día, así que creo que no lo recuerdas.
Yo no sé sí alguna vez me quisiste, pero yo sí que te quise, te quise mucho, y ahora todavía te quiero, aunque menos de lo que antes lo hacía. Que sepas que fumo, y que soy adicta al café, que guardo la esperanza de probar algún día el LSD y que me estoy sacando el carnet de conducir en la misma autoescuela en la que tú te lo sacaste.
También te digo que no tengas más hijos, no sabrías cuidar de ellos y, que si lo tienes, quiérelos mucho, ellos son inocentes de todo los errores que alguna vez cometieron sus padres.
Feliz medio siglo papá, que te vaya todo bien.

Tu hija.



1 comentario:

Anónimo dijo...

Me has roto el corazón.