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lunes, 8 de septiembre de 2014

Te esperé.


Te esperé. Te esperé desde el lunes hasta el domingo. Te esperé desde el mismo momento en el que te envié el mensaje.
No es la primera vez que te espero. Tampoco es la primera vez que te escribo.
Te esperé en mi ciudad, y en la tuya. Viniste a mi barrio y no me dijiste nada.
Miraba cada cinco minutos el móvil para ver si me decías que venías de camino, pero no lo hiciste.
Hoy es mi santo, y no me importa que no estés.
Me han regalado un cupón y cinco libros de la misma colección que me regalaste tú. Sólo que sin dedicar.
Te enviaré una postal y, al igual que hizo Malena con Fernando, te la enviaré por correo.


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